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El canto, mi pasión

A los 50 años me detectaron un tumor en el ojo derecho. Tenía relación con Barraquer padre quien me dijo que era muy grave. Tras la operación, estuve 30 días con los ojos tapados, hundido por primera vez en mi vida. Mi esposa me trajo una radio Aiwa y una madrugada, desvelado, oí una música que me limpió los malos pensamientos.

Le pedí a mi mujer que llamara a Radio Nacional y preguntara qué había sonado entre las dos y las tres de la madrugada, y averiguó que eran los Conciertos para piano 20 y 21 de Mozart. Con el alta en la mano, fui directo a comprar la colección completa de discos. Y sin tener idea, me hice con un piano y salí de la casa Beethoven con 300 partituras pensando que las podría leer. Un día de junio pasé por la Escola de Música de Cerdanyola y me matriculé de piano.

Pero en septiembre el director me dijo que no había clases de piano y que me fuera a cantar. Me cabreé mucho (como empresario financiaba esa escuela de música, cosa que ellos no sabían), pero encaminé mis pasos al aula de canto.

La profesora, que había sido solista en Dagoll Dagom, me hizo seguir una escala y la seguí.

«¿Ha cantado usted antes?», me preguntó. «No».
Fue subiendo tonos y la seguía. «No me engañe, usted ha cantado». Y yo «que no».
«Pues es un crack y no lo sabe», me dijo.

Busqué un profesor particular y enseguida pensé en dejarles algo cantado a mis cuatro nietos.
Ahora, a los 77 años, he grabado el cuarto CD. Donizzeti, Puccini, Nino Bravo, Leoncavallo... y un poema que le escribí a mi mujer en una servilleta, donde suelo anotar todos mis pensamientos.

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J. M. Marín Estero​ | Tenor lírico

Cerdanyola del Vallés, Barcelona (España)

© 2021 Paula Saavedra

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